viernes, 20 de abril de 2012

Djebel Toubkal (Parte IV)


Caminando por el Alto Atlas. El Toubkal
 El Trekking: Tizi Oussem – Refugio Lepiney (Parte IV)


Tizi Oussem (1.850 m): Nos despertamos con suavidad después de haber descansado magníficamente, hemos estado muy cálidos en nuestros buenos sacos de invierno, que nos han venido de perlas. Además, hemos disfrutado de una amplia cama con un magnífico


colchón. A través de una pequeña ventana (sin cristal) ojeamos el paisaje. Podemos ver los


techos planos de las míseras casitas del pueblecito que son muy similares a los “terraos” de las casas de los pueblos de Las Alpujarras. En esta nublada y fría mañana aparecen cubiertos por una fina capa de nieve, aunque ahora sólo llueve.


Sobre las 8:00 h subimos al desayuno. Nos quedamos admirados por lo completo: café y té calientes, leche, zumos, galletas, mantequilla, mermelada, pan. Comemos con deleite mientras charlamos todos los compañeros. El tiempo es el principal tema de conversación. En el exterior una fina lluvia acompaña a un encapotado día de espesa y persistente niebla. El frío no es demasiado intenso pero la gran humedad hace que penetre entre los entresijos de la ropa.


Al terminar el desayuno nos reunimos para saber las últimas novedades. Nos informan que esta pasada noche ha estado nevando en las cotas altas. La nevada ha sido copiosa y para hoy se espera una jornada aún peor. Las previsiones son de nieve todo el día.
Algunos de los compañeros del grupo piensan que sería más adecuado volver hasta Imlil y desde allí tomar el camino tradicional hasta el refugio de Mouflons. La otra propuesta es seguir con el plan trazado, es decir, subir hoy hasta el refugio de la Tazarhart o Lepiney y al día siguiente llegar hasta el refugio de Mouflons. Después de un corto pero intenso debate la mayoría decide seguir con el plan inicial (ir a Lepiney según lo previsto). Tenemos otro


contratiempo; debido a la cantidad de nieve, los mulos no podrán seguirnos hasta el refugio Lepiney, cargarán el resto del equipaje e irán directamente al refugio de Mouflons donde nos esperarán. Nosotros nos vemos pues con la obligación de portear cada uno con el equipo necesario para pasar los siguientes dos días. Será un peso añadido con el que no contábamos pero es de obligado cumplimiento.


A pesar de seleccionar solamente el material y la ropa que creemos nos será imprescindible, la mochila aumenta mucho de peso y surgen algunas tímidas quejas pero es lo que hay…


Sobre las 9:30 h estamos todos preparados para iniciar el camino. La lluvia no ha parado en todo este tiempo y embozados en nuestros chubasqueros o capas partimos camino de la Tazarhart/Lepiney. Remontamos un sendero bordeado por una acequia y rodeado de nogales y cerezos. Cuando salimos de la influencia de la aldea desaparecen los pequeños bancales de cultivo y reaparece el abierto bosque de centenarias sabinas con genistas acompañados del típico matorral espinoso de la alta montaña “mediterránea”. Seguimos


ascendiendo perezosamente al tiempo que la lluvia se convierte en nieve y el paisaje se va tornando blanco, primero a rodales, después como una fina capa y finalmente como un


grueso manto que cubre todo el horizonte. La espesa niebla impide ver la grandiosidad del entorno. Las viejas sabinas arquean sus robustas ramas vencidas por el peso de la nieve. 

 
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El panorama se parece a un inmenso mar blanco donde sobresalen como quietas olas congeladas las ondulaciones generadas por el matorral. Al alcanzar la cota 2.400, el

 
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sendero empieza a bajar suavemente hasta desembocar en un amplio valle en cuyo fondo

 
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vemos el refugio Azib Tamsoult. Se trata de una larga construcción situada entre la confluencia de los barrancos Assif n’Timellite y Assif n’Ouarzane. Inicialmente deberíamos parar en este refugio para almorzar, pero las pésimas condiciones climatológicas obligan a obviar esta parada e intentar llegar lo antes posible hasta el refugio de la Tazarhart/Lepiney.

 
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La niebla se va espesando por momentos, la nevada se intensifica mientras vamos alcanzando el refugio de Azib Tamsoult. Una vez pasado y en un recodo nos detenemos para agrupar a la gente. La vereda prosigue a través de la garganta del Assif n’Ouarzane.

 
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Remonta dicha garganta serpenteando al borde de un riachuelo, zigzagueando entre los


contrafuertes orientales por donde vamos ganando altura con rapidez. En un recodo apenas podemos ver entre la espesa niebla las cascadas de Irhoulidene. Lástima que de ningún

 
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modo podemos apreciar la majestuosidad de su alta caída. Apresuradamente seguimos ascendiendo entre la cada vez más compacta niebla, apenas vemos más allá de cinco

 
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metros. Los compañeros se pierden entre la neblinosa cortina aunque el sendero todavía resulta fácil de seguir. Poco a poco sorteamos los recodos de un camino muy empinado con


la dificultad añadida de la espesa capa de nieve que ya cubre el suelo a casi 2.800 m. Una pequeña vaguada nos da un respiro, la densa bruma parece darnos una tregua y la nevada ceja en su empeño. Después de un último recodo por fin divisamos la oscura silueta del Refugio de la Tazarhardt. ¡Por fin!

 
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Las sonrisas aparecen en nuestros rostros, la tensión se mitiga y los parabienes corren entre los compañeros. Aunque no se ve prácticamente nada, hacia el fondo medio divisamos una gran cascada semi congelada que desciende entre el Biiguinnoussene (4.002 m) y el Talat n’Ifri (3.980 m).

 
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Entramos en el refugio y nos acomodamos. Son aproximadamente las 15:30 h, hemos estado unas 6 h seguidas marchando y estamos agotados.
El refugio de la Tazarhart o Lepiney es una maciza construcción de pequeño tamaño en varias alturas. La planta baja tiene unos fogones (sólo para cocinar) y una gran mesa con largos bancos. En el lateral se pueden acomodar unas 2 personas para dormir. Un altillo intermedio puede alojar a otras cinco o seis personas y arriba, una gran habitació a la que se accede por una vertical escalera, alberga bastante bien a unas 16 personas. En

 
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el exterior está el servicio; el consabido agujero en el suelo. Aunque la edificación carece de calefacción no notamos el frío. Las 19 personas que componemos el grupo (14 expedicionarios, 2 guías y tres cocineros-porteadores) generamos suficiente calor para estar muy cómodos.



Milagrosamente, en un abrir y cerrar de ojos, los cocineros han preparado una abundante comida a base de una especie de sopa de verduras (harira), arroz y verduras hervidas y trozos de carne (oveja, creo) también hervida. Nos sabe a gloria y entre risas y charlas nos preparamos para pasar lo mejor posible la larga tarde, mientras en el exterior la nevada se recrudece.



 
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... Continua ...                                  Ver siguiente: Parte V

Texto y Fotografías: Arielle & Enric

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